Fundación de Victoria Entre Ríos Argentina



SALVADOR JOAQUIN DE EZPELETA:
(23/1/1776-12/10/1846) natural de Oyarzum, provincia de Guipúscoa. Acaudalado comerciante de La Bajada del Paraná, residió temporariamente en La Matanza de 1801 a 1812, con su primera esposa doña Justa Rodríguez, natural de Montevideo. Dos de sus hijos, José Ignacio y José María Lorenzo, nacieron en La Matanza en 1804 y 1808 respectivamente. Hombre de cultura y de progreso, vinculado a gente de pro en Buenos Aires, Santa Fé y Paraná por sus actividades de acaudalado comerciante, tramitó con diligencia la gestión confiada por sus convecinos, redactando presentaciones y defendiendo con empeño la causa de la fundación del Oratorio.

Fundador Espiritual de Victoria:


Fue el gestor del Oratorio, paso inicial de la creación del pueblo. Eligió el lugar que hoy ocupa Victoria. Introdujo el culto de la Virgen de Aránzazu. Donó enseres y una imagen de la Santa Patrona. Se encargó de hacer el petitorio respectivo al obispo Lué y al virrey, haciendo los viajes a Buenos Aires a su costa. Delineó la planta urbana y distribuyó los solares. Impulso el pueblo y aumentó el potencial económico.
Monumento a Salvador Joaquín de Ezpeleta ubicado en Plaza San Martín


De la fundación:


Enfrentamos el domingo 13 de mayo de 1810. Se está por inaugurar la Capilla de la Matanza y por lo tanto se han reunido vecinos de la comarca, de Nogoyá, Gualeguay, y Paraná. Junto a ellos el gestor máximo de la obra: Don Salvador Joaquín de Ezpeleta. Luego de la bendición impartida por el Dr. Antolín Gil y Obligado, tuvo lugar la primera misa en estos parajes.
No se trataba de la retadora mirada del antaño conquistador buscando al enemigo para exterminarlo. No existían tampoco espadas en alto saludando a la ciudad futura y al monarca ausente; ni los indios absortos, ni rollo de justicia...
Sólo había un grupo de hombres bondadosos que escuchaban con amor la palabra del predicante, puesta bajo la tutelar advocación de la Virgen de Aránzazu.

La fiesta duró varios días. Las miradas se concentraron en la Capilla con su erguida cruz de palo en el mojinete y sus dos campanas de cinco arrobas cada una, que llamaban a la ceremonia de culto, al machaque del badajo sobre el bronce. A su influjo, el poblado se transformó. Grupos diversos entraban y salían por la puerta central del Oratorio; mujeres y hombres de diversas condiciones ofrecían el contraste. Damas suntuosas al lado de paisanos pobres; algún gentil hombre de levita, junto al rudo peón haciendo sentir el ruedo de sus grandes lloronas. Diversidad de colores y formas en conjunción primitiva: ponchos y chiripás, fajas vascas, altos sombreros de copa y típicas vinchas lugareñas, inclinados a los pies de la santa Patrona, para confiarles sus penas, rezarles por los viajeros sin retorno, implorarle su perdón, o solicitarle su ayuda ilimitada…

Los Primero Días

Frente al Oratorio empezó a dibujarse una plaza. Aquí y allá comenzaron a asomar las primeras casas. Los ojos quedaron absortos como ante la expectación de un milagro: era el ideal de Ezpeleta puesto en marcha.

El tiempo hizo el resto en la obra comenzada. El grupo tomó forma, se agrandó. Creció a la pequeña distancia de su río, multiplicando las moradas a la vera de las calles. El lugar, alto, de varias cuadras de extensión. Rodeado de montes circunvecinos, ellos sirvieron de marco a ese grupo de ranchos insignificantes, proyecto de la ciudad futura.
Un pueblo obligado a labrar su existencia, explotando industrias primitivas, debió adoptar hábitos sencillos de vida. El alumbrado se proveía con velas de sebo de fabricación casera. El agua era traída desde el río por estrechos senderos, en tanto que los huertos, chacras y jardines que podían proporcionar los elementos imprescindibles para la subsistencia, estaban ausentes por completo.
Las viviendas eran simples ranchos con paredes de quincho y techo de paja a dos aguas. El ladrillo quemado era un lujo. El piso era de tierra, y la puerta de madera, se ignoró al principio.
Los muebles interiores era también muy pobres: cabezas de vaca, petacas, mesas sin pintar, catres primitivos…
La alimentación se reducía a la carne, la yerba y el tabaco, propio de un pueblo de hacendados.
Al tiempo se construyó una pequeña escuela, siendo su primer maestro don Hilario Cejas al que se le entregó como anticipo diez pesos, por orden del gobernador Juan León Sola, para que se costeara desde Paraná, con una mensualidad asignada de seis pesos.
La plaza fue el lugar de los grandes acontecimientos. El sentimiento religioso sirvió de estímulo a estos batalladores iniciales, iluminando sus conciencias o disminuyendo dolores y sufrimientos. Los matrimonios y bautismos se sucedieron regularmente. A los tres días de inaugurarse el Oratorio, el Fundador alzó su primer ahijado, el niño Marcelino Vera, junto con su esposa doña Justa Rodríguez.
El 1º de junio de 1810, trajeron al primer muerto de La Matanza, la párvula María del Carmen, hija de los esposos Juan Antonio Villar e Isabel Antúnez. La enterraron de limosna, con oficio menor rezado.
En esa tierra del silencio, al amparo de una imponente cruz de ñandubay, vino María del Carmen Villar a dormir su sueño definitivo. Después de ella, interminable será la lista… Así es como surgió ese otro grupo contiguo de La Matanza: el pueblo de los que vienen junto al de los que se van…

De villa a ciudad

Después de su campaña en la Banda Oriental, el General Justo José de Urquiza se detuvo en Gualeguaychú.
El 4 de Noviembre de 1851 y en carácter de homenaje a la villa que los albergaba dictó un decreto elevándola a la categoría de ciudad. Cuatro días más tarde, el 8 de noviembre y desde esa misma ciudad  dio el decreto que reza:
"Art.1º. - Desde la fecha de la presente resolución, quedan erigidas en ciudades todas las villas y en etas todos los pueblos de la Provincia..."
Victoria es pues Ciudad desde el 8 de Noviembre de 1851.-




Decreto Nº346
DECLARANDO DE INTERES DE LA MUNICIPALIDAD DE VICTORIA, ENTRE RÍOS, EL DÍA 13 DE MAYO EN QUE ANUALMENTE SE CELEBRARA LA FECHA EN QUE VICTORIA COMIENZA A FUNCIONAR COMO PUEBLO Y LA INAUGURACIÓN DEL ORATORIO DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZÚ
Victoria, Entre Ríos, 11 de Abril de 1990
VISTO:
Que el día 13 de mayo de 1810, se celebra la primera misa en el Oratorio construido en los antiguos pagos de la Matanza;
Que impulsado por Don JOAQUIN SALVADOR DE EZPELETA, los vecinos de Pajonal, Laguna del Pescado, Chilcas, Manantiales y Ceibas se incorporaron a “los de la Matanza” para la solicitud de la Capilla en este último lugar;
Que si bien es cierto que desde 1728 existían pobladores en estos pagos, los mismos estaban diseminados y no constituían propiamente un pueblo;
Que los primeros pobladores de esta región se radicaron en el “Cerro de la Matanza” y fue Ezpeleta quién decidió a dichos pobladores a concentrarse en el “Partido de la Matanza” por la comodidad que ofrece a este fin aquel lugar, según “todas las reglas de la mejor física y policía, y las prescriptas por las leyes de la Recopilación de estos Reynos” que oficialmente se inicie el Expediente para la organización de un pueblo alrededor del Oratorio el 01 de Junio de 1809;
Que la última providencia de dicho Expediente es el 30 de Marzo de 1810 y se archiva;
Que los sucesos de mayo de ese año impidieron, sin dudas, la culminación del trámite administrativo;
Que no obstante ello, el pueblo se concentró en torno al Oratorio y fue allí creciendo;
Que el mismo Salvador Joaquín de Ezpeleta se dirige al Gobernador Sola y expresa que “hace veinte y tantos años que me empeñé en formar un pueblo en el parage que llamaban “La Matanza”, y con mis esfuerzos y auxilios de varios vecinos conseguí delinear y formar calles, designar sitios para Iglesias, Cabildo, adjudicar posesiones” y el Gobernador resuelve el 17 de julio de 1829 “siendo constante al Gobierno lo que expone el interesado, se le concede la propiedad del terreno con la calidad que debe cercarlos”;
Que otro tanto escribe el Gobernador García cuando dona un terreno en Paraná para la escuela que dirigiría el P. Castañeda, al expresar que siempre lo habían acompañado vivos deseos de ayudar tales empresas y “mucho más desde que ha experimentado el bién general que resulta del Pueblo Nuestra Señora de Aranzazu que fundó en “La Matanza”;
Que en consecuencia, conforme se desprende de los antecedentes históricos, de la tradición mantenida a lo largo del tiempo, si bien es cierto que nunca llegó a decretarse oficialmente la fundación del pueblo, no es menos cierto que el mismo nació en torno al Oratorio y fue creciendo allí con la delineación de las calles, la instalación del campo santo al lado de aquél, al cercado de los predios; y
CONSIDERANDO:
Que por todas estas consideraciones, y a fin de tener la fecha de inicio del pueblo como tal, con los asientos registrados en los libros del Oratorio de Nuestra Señora de Aranzazu iniciados el 13 de mayo de 1810 que sirvieron para registrar nacimientos, casamientos y defunciones, teniendo presente que dicho Oratorio se inaugura con la bendición y primera Misa rezada por el Cura de Paraná ANTOLIN GIL Y OBLIGADO, se debe establecer que ese mismo día, comienza a funcionar organizadamente, como pueblo, la actual ciudad de Victoria, cuyos primitivos pobladores supieron congregarse en la zona elegida y teniendo por centro el ORATORIO DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU;
POR ELLO, el Presidente de la Municipalidad de Victoria, Entre Ríos:
DECRETA:
ARTICULO 1.- Declárase el día 13 de mayo, en que a partir de 1810 La Matanza comienza a funcionar como pueblo con la bendición e inauguración del ORATORIO DE NUESTRA SEÑORA DE ARANZAZU, fecha de la celebración de la fundación de Victoria.-
ARTICULO 2.- Dispónese que la precitada fecha se Declara de Interés Municipal, la que deberá ser celebrada con tal carácter, anualmente a partir del dictado del presente Decreto, por el doble acontecimiento a que se refiere el Artículo 1º de este instrumento legal.-
ARTICULO 3.- Ordénase que por Oficina Municipal de Prensa, se dé amplia publicidad del contenido del presente.
ARTICULO 4.- Pase a A. Letrada, O. de Prensa y Mesa de Entradas.-

Fdo.; Juan C. Stratta – Presidente
Víctor H. Sanzberro – Secretario de G. y H.
Es copia - Hay Sellos